¿Cómo sabes que el mensaje que le das a tu hijo es el que efectivamente recibe? ¿Eres coherente entre lo que dices y como lo dices?


Mientras piensas tu respuesta, es preciso comentarte algo que quizá ya sabes, pero que siempre resulta liberador, tenerlo presente: En el proceso de la maternidad, sobre todo, sí eres primeriza, aprendes y creces al mismo tiempo que tu hijo, por lo tanto, es lógico, que a la hora de comunicarte con él, experimentes esa sensación de estar en una montaña rusa de subidas, bajadas y bucles, de aciertos y desaciertos.

Para la Programación Neurolingüística (PNL), conocida como la metodología de la excelencia, en la forma que interactuamos con nosotros mismos y el mundo que nos rodea, la comunicación, es el sistema de comportamiento que hace posible, mantiene y regulariza las relaciones humanas. Cuando nos relacionamos, nos comunicamos mediante palabras, tono de voz y con el cuerpo, a través de posturas, gestos, expresiones faciales, movimientos de los ojos, las manos, etc. Por lo tanto, en este proceso, resulta imposible “no comunicar”, pues algún tipo de mensaje se transmite, aun cuando no decimos nada. Como has podido darte cuenta, la comunicación, es mucho más que las palabras.

Tal vez, te sorprenderá saber, que solo el 7% de la información que transmitimos tiene que ver con las palabras, el resto de la comunicación es no verbal: El 38% que corresponde al timbre, volumen, entonación, proyección, resonancia y tono de la voz, y el 55% restante, al lenguaje corporal, la fisiología.  De allí, que la comunicación verbal, comprende el contenido del mensaje y la comunicación no verbal, la forma en que transmitimos el mensaje.

Muchos de los problemas de comunicación que se presentan tu cotidianidad, de los cuales, la relación con tu hijo, no es ajena, son el resultado de la incongruencia entre lo qué dices y cómo lo dices: Imagina que llegas a casa agotada del trabajo y encuentras los juguetes de tu hijo regados por toda la sala y cuando lo tienes en frente, le dices que estas muy feliz de verle, mientras, tu tono de voz y tu cuerpo transmiten otro mensaje: Postura rígida, brazos cruzados, falta de sonrisa o algún gesto en particular que hacen que tu hijo perciba la incongruencia, aun cuando no esté consciente de ello.

 La escucha activa. Es la clave.

Uno de los aspectos mas importantes a la hora de comunicarte con tu hijo, se refiere a la habilidad de escuchar, no sólo lo que está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que él, te está diciendo. Desarrollar esta habilidad, te permitirá: Generar empatía, tener acceso al mundo interno de tu hijo, crear un ambiente de confianza, captar el sentido exacto del mensaje y así poder identificar las intensiones y los objetivos de tu hijo a la hora de comportarse de una determinada manera.

El significado de la comunicación es la respuesta que obtienes.

Muy importante en el proceso de comunicación, es el feedback que  recibes de tu hijo más que el propio contenido del mensaje que transmites. ¿Qué quiere decir esto? en PNL, no existe la frase que muchas veces decimos: “Yo te lo dije, pero  no entiendes”. A la hora de comunicarte, la responsabilidad de la comprensión del mensaje recae exclusivamente en el emisor, que ha de encargarse, de que el destinatario del mensaje lo reciba adecuadamente, para ello, es necesario ser coherente entre el contenido del mensaje y la forma en que lo transmites.

No hay errores en la comunicación solo resultados.

A efectos operativos en la PNL no existen los fracasos. Cada resultado, sea cual sea, es considerado como un hecho, una experiencia de la que sí nos proponemos, puede enriquecernos. Sí alguna estrategia de comunicación con tu hijo no funciona, puedes cambiarla y probar otra.

Ponerte en  los zapatos de tu hijo.

Ubicarte en el rol de tu hijo e imaginar sus pensamientos y emociones frente a una determinada situación, hace que amplíes tu percepción y comprensión, en consecuencia, puedas darte cuenta, de otros recursos disponibles para generar la solución, así desarrollaras la habilidad para ser consciente, sensible y experimentar los sentimientos, pensamientos y experiencias de tu hijo, logrando una interacción más efectiva y coherente con los objetivos del proceso de maternidad.

Recuerda que haces lo mejor que puedes con los recursos que tienes. Confía.


@cambiodezapatos

por Silvia Contreras